En esa calidez que desprende una pisada en la instantánea y
fría nieve se encontraba el deseo que todo el mundo había pedido. Era esa misma
esencia de calidez que se encuentra por un instante. Porque el frío siempre
permanece, pero ese momento en el que la nieve se derrite abruma a cualquier
espera.
Y es que ese momento que puedas recordar debería de ser
aquel que te hace mejorar. Porque la felicidad pasada es como el agua, sigue
sin rastro alguno, pero el momento en el que te complicas la vida y sales
adelante; aprendes y sigues una vía que te lleva probablemente a la felicidad
en el futuro, e incluso en el presente.
Y piensas en esos días en los que crees que has perdido, y
sin embargo has ganado lo más grande. Cuando toca hacer lo que no te gusta,
pero al final tienes tu recompensa.
Cuando actúas en caliente, pero al final, como todo, te enfrías. El momento de
recapacitar y recapitular, tú momento.
Así que, una vez más, la fugacidad se evapora en el
presente, pero radica en el futuro para mejorar, para encontrarte y
encontrarme, porque en el más leve roce entre dos polos opuestos radica la
verdad. Como en el abrazo que está esperando, porque el frío se quiere ir. El
calor está por llegar. Aquí y ahora te digo: Hola, es la hora de comenzar a
caminar por tu camino de nieve.