Y es que no hace mucho el futuro es lo que colmaba mi presente. No dejaba escapar el tiempo en vano, lo hacía con la esperanza de conseguir algo, pero no ahora, luego.
Entonces surge ese momento en el qué abrazar se siente como la meta que un día habíamos recordado. Ese acto que tan solo significa cuando hay una emoción de por medio. Poder canjear todas y cada una de las sensaciones que nos hacen sentir cerca en ese roce con tu piel. El susurro que provoca cada uno de tus poros con mis heridas. Perder toda expectativa por la realidad, y ganarla bailando entre algodones. El hecho de poder sanar todo lo que habíamos presupuestado para seguir en el camino. Imaginarte al final.
Y todo para poder acceder a tus sueños y convertirme en tu futuro.
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