Todo amanece y renace con el
mismo semblante de preocupación. El futuro es tan incierto que ni los más
mentirosos del lugar se arriesgan a una predicción más. Ese pequeño rayo de sol
que debe de agravar la calidez de la tierra recién arada se convierte en verdaderos
regueros de lágrimas. No llega. Más bien, se fue, lo perdiste. No es algo
nuevo, pero si es algo inédito. Nada llega tan rápido como el fin. La pena
inunda cada rincón de esperanza y por mucho que se busque, solo queda él.
Ni una palabra más alta que la
otra, ni una. La salida en la puerta de emergencias. Todo se quedó por preparar
antes del incendio. Una llamas que tan solo dejan algo tan precario como son
las quemaduras de una relación desperdicia por la codicia. No es más que la
vida que fue, no es más que lo que se quedó, ese personaje tan odiado, y a la
vez tan inculcado en la vida de todo amante: dolor.
El aspersor comenzó a funcionar
hace mucho tiempo. Los campos de melancolía están bien sembrados y esos
recuerdos perdidos comienzan a renacer. Es el principio después de la vida. Un
nuevo inicio lleno de verdaderas descostumbres.
Lleno de todo lo que olvidaste. Lleno del cante amenazante del viento
inspirador.
FDO: el dolor inspirador.
Ese dolor es mi favorito, pero es preferible no tener ninguno.
ResponderEliminarEs tan preferible como incontrolable. Gracias por el comentario, Irene :)
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