viernes, 15 de agosto de 2014

Mira como caen

Se puede escuchar como caen, y para ello le puedes poner diferentes sonidos. Suelen ser parecidas, pero aunque parezca mentira, son iguales. Están saladas. A veces, se contagian. Otras veces, te ríes de ellas, perplejo al ver y sentir como salen, gracias a una sorpresa, aunque no siempre son buenas. El dolor también habla con ellas para sacarlas a la luz, y entonces  caen.

Suelen ser detestadas. Te empequeñecen. Te muestran que tú también, sin saberlo, pides. Como cuando eras un bebe, y pedías a gritos que te cambiaran el pañal, que querías comer, o que el gilipollas de turno te estaba haciendo demasiadas perrerías. O tan solo, mostrabas a los demás que ese, o esa, no eran a quién tu conocías.

Sirven, queramos o no. Nos gusten o no, sirven. Te desatan de los problemas, te ayudan a afrontar e incluso te hacen estar como un niño, muy necesario en ciertos momentos. Y además, te muestran a ti mismo, como en un espejo, en el que ves el lado que te han dejado, ya sea malo o bueno. Y aprendes de ese lado negativo, para eliminarlo y volver al lado positivo de las cosas.

No soy partidario de ellas, pero cuando la verdad está ahí, no vale de nada ocultarla. Y esa es la verdadera ley que te permite mirar al frente y alzar la cara llena de lágrimas, porque mirar como caen, te hace más fuerte. 

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