Mil y una palabras comenzaban a rondar por esa cabeza alocada.
Cada una de ellas tenía otros tantos significados. Era un caos perfecto para
perderse y comenzar a inventarse una nueva historia. Como la tuya y la mía. Con
esos mil significados, y esos mil besos
perdidos y escondidos en los famosos caminos que decidíamos encontrarnos en cada
uno de esos pensamientos que dábamos cada día de la mano.
No sé si se llamaba venda o simplemente era cerrar los ojos inconscientemente,
pero la verdad es que las luces de colores iluminaban lo que parecía el
paraíso. Comenzaban a llegar más y más palabras y la locura iba creciendo. Ya
no estaba solo. Podía verlo de todas las formas y colores posibles. Seguía
persiguiendo esa posibilidad de dejar de olvidar para comenzar a aprender.
Todo era tan nuevo en su vida que no podía detenerse. Y
acelerando es como empezó a aprender lo que de verdad significan las palabras:
tenían la verdad y la mentira, pero sobre todo tenían la enseñanza de un nuevo
significado para su vida.
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