Lazo amigo el que te eleva hasta las tinieblas del mejor
mundo desconocido. Como esa sensación de intranquilidad que te corroe por
dentro; se lo cuento, no se lo cuento. Como ese pequeño nudo que no se deshizo
por dos lacitos que quedaron encajados en el hueco de aquel poderoso árbol
corazón.
Todo comienza en el sin fin de una nota de música. En el
recorrido de la calle más larga del mundo. En el camino más estrecho de la
madre tierra. En el anfiteatro desaparecido. En el espejo encontradizo. Esa imagen que no se quiso ver en frente, si
no al lado, junto a su mejor posturita. La idea que te atrae hasta el mensaje
más oculto de tu ser.
Nada queda en la serie más vista, todos la conocen. Todo
está en la historia que se cuenta en un susurro, en tu susurro. Es ella, es la
mejor noticia del día, o quizás de tu vida. Tiene nombre y se llama amiga.
Está, no necesitas nada más. Todo queda en esa inmensidad de la vida que te
absorbe hasta no ver más allá de tus propias narices. Pero la bofetada amiga
despierta al viajero teletransportado al pasado no vivido.
Como esos recuerdos olvidados en una charla que siempre te
dirá: sonríe y comencemos.
** Esta entrada no hubiese sido posible sin Macarena Ortega
Torres. Ella.
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