El aire arrasaba con todo momento inoportuno y ella se
encargaba de llevarse el resto de momentos. Ya no quedaba nada que ver, puesto
que la oscuridad acechaba en cada esquina, en cada mota de polvo que ocultaba
la verdadera belleza de las cosas. Pero es algo que suele pasar, las cosas se
ensucian, se echan a perder. La calidad baja. Nada vuelve a ser lo mismo. El
pasado mejor vivido. El escondite mejor buscado. La putada mejor hecha. El
secuestro mejor pensado. El asesinato nunca creído. La copa que más disfrutaste.
El recuerdo mejor olvidado.
Llegas al lugar, que te recibe con un silencio frío, o al menos así es como te deja, y allí está la luz que buscabas, que te hizo llegar hasta ese punto que ni imaginabas, ¿acaso existe? Te deslumbra una sonrisa, que aclaras a ver tras ese fogonazo que te deja sin palabras. Es el silencio que llega a la hora de abrir.
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