Llegas al lugar, que te recibe con un silencio frío, o al menos así es como te deja, y allí está la luz que buscabas, que te hizo llegar hasta ese punto que ni imaginabas, ¿acaso existe? Te deslumbra una sonrisa, que aclaras a ver tras ese fogonazo que te deja sin palabras. Es el silencio que llega a la hora de abrir.
viernes, 11 de abril de 2014
Ahora vete
En la
inmensidad de la oscuridad se encuentran los puntos que suelen dar luz a una
vida. Una vida que se busca entre la parte trasera de un desenlace. Un
desenlace que da permiso a que un nuevo camino se abra entre las cuatro patas
de una mala costumbre. Una mala costumbre que se alza imponente en la creencia
de hacer las cosas bien en todo momento. Todo momento en el que erras por darte
una oportunidad con los ojos vendados de amor. Amor, ese increíble destino que
creemos buscar en cada momento, y que nos engatusa cada vez que él se quiere
dejar ver en unos brillantes ojos. Unos brillantes ojos que no ven más allá de
la cercanía de cada obstáculo que te oprime el pecho a la hora de querer salir
a la calle. La calle está llena de flores en primavera, de agua en otoño, de
frío en invierno y de sol en verano, pero nunca faltan las oportunidades en
cada sonrisa. Cada sonrisa es un mundo lleno de esperanza de felicidad.
Felicidad, curioso destino para todo ser que no tiene otra cosa en la que
pensar. Pensar, ese mal que tanto dolor nos propina y nos hace equivocarnos y escuchar
lo que queremos ver. Ver cada vez menos por la falta de luces en una oscuridad
que cada vez va intensificando la velocidad de la muerte. Muerte, el único
destino que te auguro que no podrás cambiar. Cambiar, esa falsedad a la que
llegas. Llegas aquí, ahora vete.
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