Pero antes piensa. La noche es una buena aliada a la hora del desahogo,
aprovéchala. Silencio. A la hora de
ponerte el mejor estado de ánimo para escribir es aquel en el que no eres
consciente de lo que dices, sin más dices todo lo que se te pasa por la cabeza,
todo aquello que alguna vez has pensado o simplemente estás contemplando en ese
momento, de locura o quizás de inspiración. La noche suele acoger a todo
escritor, cual gato callejero. Esa hora en la que nos lanzamos con nuestras
afiladas garras y que todos agradecemos
al soltar esa pluma (que por unos
instantes nos elevó al mundo de los reproches) y caer rendidos ante el placer
de desahogarnos.
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