Se acaba de rajar. Cual ilusión. Cual corcho que se
desprende del árbol madre. Cual manera de vivir de espaldas a tus ideales. Era
ella, era la esperanza de seguir.
No vio el stop de la vida y chocó de bruces contra una
amargada desesperanza. Ésta, enfadada y dolida por el duro golpe consiguió
hacer desaparecer toda gana de seguir con la idea del día anterior. Acababa de
perder. Como el que se escuda en la noche.
Mientras, las idas y venidas de un corazón palpitante se
debatían entre el desenfreno y la cuerda que ata dos puntas para quedarse sin
camino, y comenzar una ruta alternativa. Se preguntaba por su visión. Por su
audición. Por su tacto. Por su gusto. Y por su olfato, y no había tenido nada
tan claro nunca. Ni si quiera cuando le raparon la cabeza se le veían las ideas
tan transparentes…