domingo, 4 de enero de 2015

Abrir

Echó el pestillo, y apostilló las ventanas. Quería aprender  a solucionar su vida de forma que nadie entrase sin permiso. La única condición que podías ver en mayúsculas con la peor letra del mundo era: “Llama”. Esa era la única forma que podías tener de que cada palabra que se escuchase fuese encaminada a abrir aquellas cadenas que cerraban la puerta de la conciencia. Ella que se esperaba en la fuerza de mil vendavales para combatir con todo lo que estaba por llegar, se dio de bruces con la realidad de la magia.

Así fue como sin ningún permiso consiguió entrar. Porque la magia no habla. Te lleva consigo con la fuerza de una sonrisa. Con la fuerza de una sorpresa. Con la boca abierta ante lo inaudito e inesperado de la fuerza con la que sacó aquel conejo, sin suerte, con la nota: “si me haces desaparecer me pierdo entre tus maravillas, Alicia”. Con la capacidad de curar y volver a recuperar una parte de tu cuerpo. Con la carta mágica que te dice el día exacto en el que te voy a comer.

Así te derribó, abriendo ventanas, puertas y dejando que el frío invierno de un comienzo entrase por todas las grietas posibles. Ya no había ningún problema en que entrase todo quien quisiese. El calor de mi abrazo no dejaría pasar nada más que no fuese la luz de nuestras miradas, en el silencio que hay a la hora de abrir.

PD: Por un año mágico. ¡FELIZ 2015!

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