Echó el pestillo, y apostilló las ventanas. Quería
aprender a solucionar su vida de forma
que nadie entrase sin permiso. La única condición que podías ver en mayúsculas
con la peor letra del mundo era: “Llama”. Esa era la única forma que podías
tener de que cada palabra que se escuchase fuese encaminada a abrir aquellas
cadenas que cerraban la puerta de la conciencia. Ella que se esperaba en la
fuerza de mil vendavales para combatir con todo lo que estaba por llegar, se
dio de bruces con la realidad de la magia.
Así fue como sin ningún permiso consiguió entrar. Porque la
magia no habla. Te lleva consigo con la fuerza de una sonrisa. Con la fuerza de
una sorpresa. Con la boca abierta ante lo inaudito e inesperado de la fuerza
con la que sacó aquel conejo, sin suerte, con la nota: “si me haces desaparecer
me pierdo entre tus maravillas, Alicia”. Con la capacidad de curar y volver a
recuperar una parte de tu cuerpo. Con la carta mágica que te dice el día exacto
en el que te voy a comer.
PD: Por un año mágico. ¡FELIZ 2015!
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