lunes, 26 de enero de 2015

De la nada

Se encontraba en medio de la nada. Y que no os engañen, que ésta no es ni blanca, ni negra; es gris. No le dejaba ver a su alrededor. Era como la niebla que te impide ver más allá de tus dos siguientes pasos.  Y es que así es como se sentía. Como si tan solo pudiese planear sus dos siguientes movimientos, como si el tablero estuviese por descubrir y acabase de empezar a jugar una nueva partida. Pero así es como se encontraba con su nueva experiencia, obviamente cuando la empezaba. Tan solo se trataba de ir caminando y abriéndose paso, no solo a través de la espesa niebla, también a través de sus boscosos pensamientos. Y en lugar de un tren cogió una nave espacial y se disfrazó de marciano para poder atravesar la barrera del sonido. Para poder inventar un nuevo mundo, y para poder entrar en una nueva dimensión.

Rescató flores, hermosas ardillitas y arboles de hoja perenne, no quería más otoños, ni inviernos duros. Quería primaveras lluviosas, con sus días calurosos. Quería pasar de cero a cien en diez segundos.  Quería que si aparecía una mariposa, ésta se quedase en la luz de su vida, y no en las entrañas de su cuerpo. Porque de la nada surge un mundo.

Y ahí se sentó, en vuestro mundo, en vuestra nada para que lo fuese todo. 

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