Se encontraba en medio de la nada. Y que no os engañen, que
ésta no es ni blanca, ni negra; es gris. No le dejaba ver a su alrededor. Era
como la niebla que te impide ver más allá de tus dos siguientes pasos. Y es que así es como se sentía. Como si tan
solo pudiese planear sus dos siguientes movimientos, como si el tablero
estuviese por descubrir y acabase de empezar a jugar una nueva partida. Pero
así es como se encontraba con su nueva experiencia, obviamente cuando la
empezaba. Tan solo se trataba de ir caminando y abriéndose paso, no solo a
través de la espesa niebla, también a través de sus boscosos pensamientos. Y en
lugar de un tren cogió una nave espacial y se disfrazó de marciano para poder
atravesar la barrera del sonido. Para poder inventar un nuevo mundo, y para
poder entrar en una nueva dimensión.
Rescató flores, hermosas ardillitas y arboles de hoja
perenne, no quería más otoños, ni inviernos duros. Quería primaveras lluviosas,
con sus días calurosos. Quería pasar de cero a cien en diez segundos. Quería que si aparecía una mariposa, ésta se
quedase en la luz de su vida, y no en las entrañas de su cuerpo. Porque de la
nada surge un mundo.
Y ahí se sentó, en vuestro mundo, en vuestra nada para que
lo fuese todo.
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