Quizás la distancia sea una de las cosas más perjudiciales
que puedan existir, pero también creo que es la más necesaria para todo.
Existen los momentos, tanto para bien como para mal, y cuando el momento es el
que no toca en el lugar que no corresponde, esa necesaria distancia hace
escena, a veces puede lograrse con unos metros, otras necesitas toda una vida
para entenderla.
Pero da igual lo que necesites y dónde estés, porque lo que
nunca cambiará y siempre tendré me sigue a donde vaya, con la fuerza de dos
corazones indomables. Llenos de vida y con mi propia sangre. No hay nada más
grande, ni que se pueda comparar a lo que sientes por algo así. Es un
sentimiento inagotable, aunque a veces sea inaguantable. Es mi propia fuente de
la eternidad, a la vez que de sabiduría. Y aunque escriba en singular, creo que
son el mayor plural de mi vida. El que no me deja solo ni un instante, y abraza
por dos, besa por dos y quiere por todo lo que te hace falta.
Y que no cambie nada, para que volvamos a regenerarnos, y
que los anhelos se queden en suspiros eternos que llenan todo lo que ya hemos
vivido, y viviremos. Y que sin duda, esto no es más que una oportunidad para
dar un aire nuevo a lo que somos, porque lo que yo sea, o pueda llegar a ser, o
que incluso haya sido no es más que una pequeña muestra de lo que vosotras me
dais. Cariño, cariño y más cariño que os devuelvo con algo que no vale más que
todas esas interminables desventuras que nos han traído hasta aquí. Os quiero.