martes, 25 de noviembre de 2014

El Legado

Aquella luz comenzaba a transformar cada sombra en pequeñas luciérnagas. La alergia a esa luz comenzaba a evaporarse. Y la lluvia caía en la carretera borrando las huellas de todas aquellas decisiones.

Así comenzaba otro momento más de su vida. Porque ya no estaba. Había cambiado algo en su mirada. Quizás fuese el brillo. Quizás fuese la oscuridad. Pero la forma en la que apreciaba lo que veía acababa de transformarse.

Sentía esa grisácea intuición que se tiene en el momento que algo no está. En ese pequeño y duro instante en el que se borra la sonrisa y se dibuja esa cara que no está viendo más allá de su recuerdo. Es ese egoísmo que acaba de acordarse de que en el pasado había algo que necesitaba, y decide que ahora sería un buen momento para revivirlo.

Acababa de chocar contra los ojos blancos del recuerdo. Aquellos que escribieron alguna vez una historia para recordar. Era uno de esos recuerdos que aparecen personificados en sentimientos. Sentimientos, como aquellos que se perdieron tras ese mismo recuerdo. 

martes, 18 de noviembre de 2014

Al final del callejón

Siempre sabes cuando no es el momento de algo. Porque esa terrible sensación de desesperación por lo que haces se derrite en lo irresistible de romper las barreras de la realidad. Ese es el instante exacto en el que el acto que haces es el más importante de tu vida. Y lo peor es que normalmente sale bien. Así son los actos en sí. Miran por sí mismo, como nuestro más profundo egoísmo. Pero, los actos, al igual que la mierda, traen más actos.

He aquí las consecuencias, como vil hienas que atacan a la presa más débil, o incluso los desperdicios de lo que quedo de aquello que un día fue grande. Aquello que un día tomó la decisión correcta en el momento exacto para cagarla. Así es la vida, te da los momentos más importantes en el presente, porque el futuro no es tuyo, es de las hienas.

Pero siempre queda ese halo de esperanza, aquel que se esconde en las tinieblas del que no quiere ver más allá de su propia ineptitud.

Aquel que dijo que nunca haría aquello con lo que acabará ganando la batalla de su vida. Aquella que subestimó el poder de la seducción al final del callejón. Justo donde acababa su parte oscura, una luz se disfrazó de bendición, y llegó a su vida lo mejor que nunca tuvo. Lo nunca conocido, y triunfó el mal, aunque eso nadie lo sabía

lunes, 10 de noviembre de 2014

Wait

Mi yo decidió por mí. Se desperezó de tal forma que mis brazos rozaron el cielo. Llegaron más allá de las nubes, esas que vuelan entre nuestras ilusiones. Creció hacía abajo una forma de ver la vida que enraizó con una nueva idea al otro lado del mundo. Y comenzó a seguir los pasos que no estaban escritos.

Parecía como si un camino de nenúfares se abriese a su paso. Gota a gota se desesperaba su plumaje. Cuando parecía que se acostumbraba a ver caer desde el cielo todas esas historias en forma de agua, que nunca le calaban, intentó volar, y en ese momento se dio cuenta de que no todo se puede. Estaba mojado, y el agua, siempre va para abajo, como sus ganas de volar. Estaba anclado a esa nueva necesidad de mojarse. De luchar contra el frío, día sí, y día también. No era el momento de iniciar esa huida al cielo hacía una libertad que quizás fuese tan brillante como el sol.

El niño que jugaba con rayos en el día a día, ahora quería esperar bajo la lluvia. En esa tremenda oscuridad que sentía y veía, más horas de las necesarias para soñar, se sentó para descubrir como una historia no se escribe en el futuro. Era la hora de quedarse lejos de lo que tenía más cerca, era el momento de que se rompiesen todas las ventanas y entrase el agua para limpiar la espera. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

Acelerando

Mil y una palabras comenzaban a rondar por esa cabeza alocada. Cada una de ellas tenía otros tantos significados. Era un caos perfecto para perderse y comenzar a inventarse una nueva historia. Como la tuya y la mía. Con esos mil significados,  y esos mil besos perdidos y escondidos en los famosos caminos que decidíamos encontrarnos en cada uno de esos pensamientos que dábamos cada día de la mano.

No sé si se llamaba venda o simplemente era cerrar los ojos inconscientemente, pero la verdad es que las luces de colores iluminaban lo que parecía el paraíso. Comenzaban a llegar más y más palabras y la locura iba creciendo. Ya no estaba solo. Podía verlo de todas las formas y colores posibles. Seguía persiguiendo esa posibilidad de dejar de olvidar para comenzar a aprender.

Todo era tan nuevo en su vida que no podía detenerse. Y acelerando es como empezó a aprender lo que de verdad significan las palabras: tenían la verdad y la mentira, pero sobre todo tenían la enseñanza de un nuevo significado para su vida.