…un borracho
soñador. Ni noche, ni día, simplemente esa vida nublada por la vista, que ni ve
ni quiere ver más allá de ese prolongado sueño, que recorre las calles. Calles
que forman su particular encierro, ese que recorre cada noche a lomos de unos
trozos de cartón, en compañía de su amigo “tinto”. Se desprende de todo, porque
todo está a sus pies, él es el rey, dueño y señor de cada uno de los feudos que
visita cada noche. Solo necesita esa niebla, o quizás solo ver a su amigo
multiplicado por dos, no importa, de la misma manera se siente acompañado, no
está solo, hay todo un mundo que lo rodea…
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