Comenzar el
día despegando los labios, antes que los parpados. No hace falta abrir los
ojos, vivo ese sueño despierto, aunque con los ojos bien cerrados. Me acostumbro a que me despierte esa dulce
melodía, que hace que mi día siempre empiece como el mejor de los sueños,
contigo. Me miras, sonríes, te desperezas y todo vuelve a comenzar, la hora de
las caricias, del tuya, mía.
PD: no te
pido que duermas conmigo, simplemente que amanezcas a mi lado, que antes de
poder ver la luz del día, de poder darte los “buenos días”, sea capaz de
olerte, sentirte, quererte…
Y ella todo esto lo sabe?
ResponderEliminar¿Ella existe?
EliminarElla ya no quiere...
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