Quizás estaba demasiado ocupada para disfrutar todo aquello que la rodeaba. Quizás tan solo se veía reflejada en unos sueños, que la dejaban exhausta en relación a todo lo que echaba en falta. Quizás, y tan solo quizás ella se había quedado con las ganas de un pasado que ya nunca podría repetirse, porque en el momento en el que dices no, acaba toda la llama.
Pero en el momento en el que la primavera llama a la puerta, se cierran los quizás y comienzan a crecer todo tipo de ilusiones. Así es como comienzan las lluvias, sembrando todo tipo de semillas que hunden con fuerza todas esa corrientes que arrastran las montañas desde el nacimiento en todo lo alto de unos finos dedos que desembocan en la mar. Y es que, en la contingencia de una necesidad aparecen demasiados destinos en los que poder refugiarte, pero tan solo se quedará el tuyo, el que siempre fuiste, el que siempre encontraste a la hora de escapar. Hay un momento en el que siempre sabrás que es lo que tienes, aunque sea malo, nunca dejará de aparecer tu verdadero sentido de lo bueno. Tú.
Y en esas aparece el verdadero punto del día, ese en el que nunca, y siempre podrás tener en una vida que no deja tiempo a que la organices, por mucho que te guste, por poco que quieras tener a tu lado unas sábanas limpias, esa partida que empieza por el descanso y las ganas inesperadas de comenzar, aunque tan solo sea teniendo el sueño de encontrarte.
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