lunes, 20 de enero de 2014

Hubo un tiempo

Hubo un tiempo en el que aprovechábamos todo, en el que aprovechábamos cualquier cosa, en el que sabíamos saborear, en el que sabíamos vivir. Un tiempo en el que no nos importaba esperar; los segundos no se sobrevaloraban. No hacía falta vivir mucho, escribir  o hablar mucho, tan solo hacía falta saber qué es lo que querías y decirlo sin rodeos. No hacía falta correr, solo hacerlo bien. Hubo un tiempo en el que se valoraba lo que tenías delante de ti y no una  realidad virtual, que nunca alcanzaremos. Hubo un tiempo en el que las miradas existían. Hubo un tiempo en el que nos iluminaba la luz del sol y no la sombra de las cloacas. Hubo un tiempo en el que nos daba miedo la oscuridad, ahora nuestro mayor amigo es el descontrol de la noche. Hubo un tiempo en el que  la sombra de nuestro pasado no era más que recuerdos encajados en una memoria frágil.  Hubo un tiempo en el que nos dejábamos llevar por nosotros mismos. Nadie nos controlaba. Nadie nos perseguía. Nadie nos pedía a cambio un lugar al que poder huir. Hubo un tiempo en el que hablar de paz era pura monotonía, y hablar de la muerte era tabú. Hubo un tiempo en el que queríamos sin ver, en el que escribíamos viendo. Un tiempo en el que poder escribir sobre papel, con tinta de verdad, lo que uno saboreaba, admiraba y por supuesto quería, era posible. Ahora solo vemos, escribimos y pedimos sobre una mentira con mentiras. Nos hemos convertido en la única verdad escrita con mentiras.

domingo, 19 de enero de 2014

Lo que significa no perder el tiempo

La fascinación suele llegar como la premisa a comenzar algo. La boca abierta y una explicación en el aire. Sin más miramientos, ya solo buscas ese ejemplo a seguir. Pasa a ser un deseo irrefrenable que se resiste a tus propias tentaciones e incluso limitaciones. No llega el momento de estar cerca de ese ejemplo, de sentirte reflejado en la misma orilla cristalina de la que nació aquella maravilla.

Pararse a pensar suena demasiado bien. Sin embargo, la explicación no deja de refrenar los aires de superación y de fascinación que deja en el ambiente. No deja de ser un motivo de algo que sigue alucinando a conocidos y extraños. De nuevo, el camino queda impregnado por lo que significa no perder el tiempo.

Y esto no es más que una recomendación.

viernes, 17 de enero de 2014

Vuelve a ser la hora

Poder levantar la vista para comenzar una nueva caída en el olvido. Esa mirada que se pierde entre el paso incesante de la vida a tu lado. Un suspiro que te remata en el último instante de la caminata. Un inicio que te lleva a la siguiente parada sin refugio. El ataque de necesidad que te manda a parar por completo tu vida. Una vida parada para conseguir contrarrestar lo que en el fondo de los fondos estás perdiendo. Se acabó, el momento de estar, necesitar, esperar, buscar y encontrar se presenta y esta vez no es el momento de bajarse y estar de rodillas hasta un nuevo mundo que llegará por inercia. Es el preciso instante en el que uno deja que le inunde la rutina perdida, es el momento de no pararse más y de dejar bien claro que vuelve a ser la hora de abrir; así que, silencio.