miércoles, 29 de junio de 2016

Pringá

Hay un lado de nosotros mismos que se queda siempre en el camino de lo que debería. Como esa luna que sale antes de tiempo, pero que el sol no deja ver, pues no es su momento. En ese tiempo insustancial en el que nuestro lado no sabe actuar, es cuando se pierde. Quedamos en un limbo en el que no sabemos responder a las necesidades del ahora, y el tren se va. Una cara de tonto, y quizás una lágrima, un cambio, y el mundo vuelve a girar. 

Hay una vida que no sabe respetar los tiempos. Que deja que todo vaya en un sin sabor de emociones. En el que no hay luz que sepa adaptarse a aquel callejón oscuro en el que todo ocurrirá. La mariposa se posará en el cielo azul, sin nubes, sin estrellas, con la esperanza de ser ella. Pero siempre se quedará con la espesa sensación de que el viento tiene su propia felicidad. Arrastrará hojas, de punta a punta, sin descanso, sin comprender de dónde procedieron, y qué buscaban. Ellas se dejarán llevar, hasta que la fuerzas fallen, y entenderán que en el camino se aprende más que en las ramas de la sabiduría. 

Sí fuéramos conscientes, dejaríamos que el tiempo se nos pasase. Que los huesos doliesen. Que el alma llorase, y que la vida respondiese con un grito ahogado. Y entonces, solo entonces, nuestro eco nos haría llegar la llamada de auxilio que todos necesitamos para emprender la verdadera búsqueda de lo que necesitamos…

…nuestro propio camino. 

martes, 14 de junio de 2016

Inusual

Hay cosas que se van modificando con el paso del tiempo. Esa clase de cosas que nunca creíste que cambiarían, pero el tiempo, todo lo puede. Desde amigos a rutinas. Desde elogios a críticas. Y llega un momento en el que lo inusual en tu vida es aquello que siempre has tenido. Porque no hay muchos detalles que se puedan mantener para siempre. Esa hora de lectura, forzada, para seguir creyendo e ilusionándonos con palabras, como cuando éramos pequeños. Tirarse al suelo en verano para buscar el placer de sentir que algo no está derretido. O simplemente seguir con la pasión que seguías de pequeño a tu equipo favorito o adorando a tu mascota. 

Más allá de lo que podamos rescatar en el baúl de los recuerdos, ahora todo es nuevo. Distinto. Incluso seguirá siendo pasajero. Construimos nuestro mundo en base al tiempo, sin decidir lo que de verdad queremos. Una casa, un trabajo, gente que va y que viene. Amores y desamores. Incluso la familia. Esa edad en la que debería de surgir la figura del que construye aquello que un día podría quedarse para siempre, y sin embargo, solo habla del pasado, de lo inusual que es todo, ahora que solo quedan resquicios de lo que queremos ser, ¿acaso lo sabemos? 

Voy a luchar por tener entre mis manos todo lo que un día aprecié. Pero es una guerra perdida, solo puedo apretar los segundos con la fuerza del que dejará escapar las experiencias, sí me quedo un momento mirando hacía atrás. Voy a tratar de ser inusual para que todo lo que llegue, comience a ver lo que dejé de ser, y sin embargo seré. 

Porque no hay nada más inusual que ser tú mismo. 

jueves, 2 de junio de 2016

Dolor

Hace mucho tiempo sentí el dolor, era algo tan injusto, que lo podías reconocer sin verle la cara. Era algo que nunca habías imaginado que pasara, y quizás por eso pasó, porque los sueños pocas veces se viven. Tras conocer lo que era el dolor, aquella primera vez, comprendí que las lágrimas no son de débiles, son de personas fuertes que saben lo que la vida puede estar guardando para ti. En aquel momento confié el siguiente paso en una pulsera blanca y en su pureza, confié en seguir en pie, para un día caminar de nuevo, y llegué incluso a volar. 

Hace unos días el dolor se volvió a presentar en mi puerta. Llamó dos veces, por si no la había oído la primera, con la fiesta que esperanza tenía montada. Y se quedó con todo. No le importó que no fuese su momento, y por supuesto no estar invitado. Quiso apropiarse una vez más de mi corazón e intentar destrozarlo, pero esta vez no lo iba a dejar. No hubo lágrimas, sí quizás una sonrisa pícara, una sonrisa que no deja de creer, porque del segundo no se acordará nadie, pero aquí hay uno que no olvidará lo que siente. Porque más allá de la victoria está el orgullo de tener la cabeza bien alta y saber que el que lo da todo siempre gana de una forma u otra. Porque hay un sentimiento que te hace más fuerte, puesto que cuentas con él hasta el final de tus días. Porque nunca vamos a abandonar, ni dejar atrás lo que la historia nos tiene escrito, porque nosotros somos el Atlético de Madrid, los que nunca se cansan de luchar. Hoy elijo confiar, confiar en que el camino se sigue construyendo con el sentimiento que nos ha traído hasta aquí, porque rojiblanco es mi corazón...

¡Te quiero Atleti!