La oscuridad siempre es un elemento negativo en el interior de cada ser. O al menos lo sentimos así en esa parte primaria que nos lidera el miedo a estar solos.
Párrafos en blanco definen mi situación mental actual. Hace tiempo que tan solo necesitaba algo de música y oscuridad para aclarar mis pensamientos y hacer llegar algo de tinta con sentido a cualquier hoja en blanco, pero el tiempo se ha consumido.
No es fácil encontrar el momento y el lugar para volver a encontrarse con el pasado, requiere de técnica y sobre todo, dolor. Y es que hay veces que no hace falta que vayamos a buscar nada, simplemente llega y nos tumba boca arriba dejándonos sin defensa alguna. Derriba las puertas del futuro, instaurando un presente que no queríamos imaginar. Un presente que se lleva por delante planes sin despedida.
El pasado. Ese que requiere tener la conciencia tranquila en cada momento, para asegurar que no destroza a su paso todo lo que tengamos en nuestro interior. Requiere que la oscuridad que nos aterroriza se convierta en aliada. Requiere que el silencio esté guiado por esa mirada que nos traslada a la realidad y nos muestre el camino sin frenos.
Negarse en los más profundo a seguir mirando atrás, y contar en cada pensamiento contigo. En cada paso que dé. En cada lágrima que toque el suelo, y en cada sonrisa que ilumine el cielo.
Me niego a dejarte.