lunes, 8 de agosto de 2016

Estás solo en esto

Lo dejaba crecer, como si dejándolo solo fuese a funcionar. No le había enseñado a hablar, ni a caminar. Lo alimentaba con aire, y lo disfrazaba con los mejores ropajes. 

Él seguía creciendo alejado del respirar. En un atardecer que susurraba esperanza. En la confección de creer en la lejanía, sin esperar que el límite acabase algún día. Estaba en ese rincón al que cada noche uno huye a esconderse del miedo. Era un lugar seguro, caliente y sin salida. Allí estaba solo, aunque en ocasiones oía voces. 

Nadie le había enseñado a hablar, pero un día comenzó a confeccionar una idea. El rincón, seguía estando escondido, pero pasó a tener nombre, y la seguridad creció, a la vez que la realidad se falsificó. Acababa de nacer su Sueño. 

Los momentos de soledad y seguridad crecieron con el tiempo, a la vez que Sueño fue aprendiendo más y creando mejor aquel mundo. Pero todo tenía una larga sombra, y el tiempo nunca paraba. 

Un día, la luz se apagó. Los vientos dejaron de soplar. Y Sueño salió a la calle, se olvidó de rincones escondidos y de seguridades, y apostó por el miedo y el frío, corrió hasta el límite y consiguió que todos hablasen. 

Aprendió a andar y llegó a convertirse en la sonrisa de un soñador.

martes, 2 de agosto de 2016

Sin desperdicio

Hubo una vez en la que pensé que había momentos que pasaban y no servían mas que para que el tiempo pasara. Pero estaba muy equivocado. Estaba muy atrás en el recorrido que vamos dejando a nuestras espaldas. Había momentos que creía que me matarían, algunos de aburrimiento, algunos de dolor. Había otros que me hacían sentirme el rey del mundo, y otros que me demostraban que no hay ningún momento en el que algo nuevo llegue a nuestras vidas, o mejor aún; alguien. 

He llegado a creer que conocía a todo el mundo, todos los métodos, todas las teorías, todos los trucos, y todo el inglés posible. Pero me volvía a equivocar. Siempre llegaba esa palabra nueva, esa nueva expresión, y por supuesto, llegaba esa nueva sonrisa con su aire fresco, sus nuevas maneras y sus formas. Salías del camino y todo volvía a ser nuevo.

Había segundos que se convertían en el caos más absoluto. Se dejaban de seguir tópicos y todo rodaba hasta que la bola del conocimiento no entraba por la puerta. Se viajaba y se dejaban atrás amigos por cada rincón del mundo. Una experiencia, una casa. Se conocían las "mejores" palabras de cada vocabulario. Y por supuesto, el mejor lugar para la foto con más "me gustas". 

Se seguía viajando, y se sigue, porque sin seguir uno se muere, y se trata de perderse, de no encontrar el límite, y sobre todo de dejar, de dejar atrás tantas experiencias que nuestras retinas no reconozcan todo a su alrededor, que exploten las agendas, y que los pies se queden sin zapatos.

Por no parar de conocer(te).