Día a día.
Momento a momento. Instante a instante. Caricia a caricia. Beso a beso. Mirada
a mirada. Roce a beso. Beso a mordisco. Mordisco a pellizco. Ya lo ves, los
momentos importantes, como las cosas importantes, las que uno recuerda, suelen
ir de dos en dos, no en soledad. La fortaleza de las broncas diarias, los roces
de las caricias reconciliadoras, los momentos de desconcierto, los momentos de
acierto, los momentos de enemistad, los de indiferencia por todos aquellos que
queremos que lleguen de amistad, de contagio de felicidad. La risa contagiosa
de la reconciliación, y lo que no es la risa.
No estoy
pidiendo momentos, días, instantes, caricias, besos, miradas, mordiscos o
pellizcos. No me hace falta pedir nada de eso. No me hace falta pedir parejas
de esas cosas porque ya tengo la única pareja capaz de darme todo lo que uno
necesita y más.
Poder
disfrutar de la incapacidad de frenarse. Poder disfrutar de un descontrol.
Poder disfrutar de un derroche de sonrisas. Poder disfrutar de ti.
Sin más,
solo pido seguir así, algo imposible de conseguir. Aunque nadie me impedirá
recordar estos momentos. Recordar la pareja que ahora mismo somos y siempre,
repito, siempre permanecerá aquí, entre tú, este folio, yo, y estas cuatro
palabras. Que tan solo serán capaces de guardar la llave de estos bonitos
recuerdos que son nuestras noches veraniegas en nuestra querida Palma. Nunca
podré guardar por completo lo que somos, vivimos y queremos, pero si guardaré
el recuerdo de todo un momento de felicidad.
Mi mente no
es como una cámara vigía, pero tratará de guardar todo lo que vivimos, como
podemos pasar de un calentón, al miedo, de ahí a la sonrisa que acaba con el
miedo y a la soledad de una despedida más. Al lado de un hospital, que sin duda
nos dice que es la hora de reparar nuestros cuerpos y de darnos unas horas de
descanso.
Te prometo
una cámara que guarde todo lo que hacemos cada noche, aunque sin lugar a dudas
me quedó con el pequeño anhelo del recuerdo. El deber de esforzar la mente a
que busque en el enorme cajón de recuerdos y recordar pequeños instantes de
placer, intriga, riesgo y felicidad.
Me esfuerzo
ahora a darle a “esto” un final, pero no tiene sentido, no veo final a lo
nuestro, por ello, ya no escribo sobre finales…
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