En fin. Uno
imagina toda una vida llena de fines, justo lo que buscamos para que lleguen
los días de desconexión. Antes de volver a comenzar, hay que desconectar.
Aprovechar todo aquello que no sabes tener, todo aquello que no sueles o puedes
tener. Como por ejemplo, los días festivos. No son aquellos en los que no hay
nada que hacer, o en los que hay algo que celebrar. Son aquellos, que tú
utilizas y necesitas, para volver a comenzar una historia nueva. Son aquellos
días en los que uno decide darse un respiro, en los que uno da por hecho que es
la hora de reiniciarse, de seguir conociéndose a uno mismo, en una nueva
situación. Conseguir cambiar algo, que probablemente, antes estaba mal.
Una línea
recta, con sus curvas. Unas líneas rectas con subidas y bajadas. Las curvas,
frenar antes de cogerlas, acelerar para salir de ellas, y huir hacía el nuevo
camino recto.
El adiós, la
parada, el inicio. La línea, el día de desconexión y la suerte en la que no
creo.