domingo, 24 de febrero de 2013

Agitar



En una bonita habitación se mece una abuela en su mecedora. Se mece la vida. La escena es la expresión viva de la propia vivencia. Las idas y venidas. Los chirridos incomprensibles del saber, o simplemente de una marea de edad, mayor. Con los ojos cerrados se nos narra lo que significa toda una vida. Una conversación con uno mismo y su significado. Incomprensible. Las arrugas en la cara de una mujer machacada por ríos de saber y experiencias.  Durante varios segundos juguetea con el envoltorio de un caramelo. Alguien mira con desesperación su tardanza y “torpeza”, hasta poder hacerse con el ansiado premio. Otra mirada, sin embargo, piensa en la paciencia y la capacidad que aún alguien puede poseer a esa edad para conseguir ese “premio”.  Más tarde, esta situación solo la vivirá esta segunda persona, la paciencia.

El caramelo fluye como ella quiere, lo reconduce hacia su destino, hasta desaparecer. Llega la expresión de satisfacción mezclada con esa mirada de vacío, de final. Es la imagen de la masacre, de lo que ha debido ser una buena vida. Al fin y al cabo se ha llegado al final. Ese en el que puedes pararte a pensar mientras te balanceas en una mecedora, ¿qué es lo que agité durante mi vida?

viernes, 8 de febrero de 2013

Nada es lo que parece, ¿o sí?

Un desierto en el que todo es agua. Un océano en el que todo es hierba. Una luna a la que acudo. Un sol en el que me escudo. Una paranoia con la que me identifico. Una vida a la que me enfrento. Un mundo en el que te despido. Un sueño lleno de verdad. Una verdad llena de vida. Una mentira salvadora. El superhéroe de tus pesadillas, el que te deja escapar. La persona con la que despiertas, y te atrapa. El primer rayo de luz de una persona. El final que desprende de todo, menos un fin. La esencia de la nada. Las líneas que te cautivan cual atardecer de despedida. La huida del agua ante la incapacidad de tu represión.  Se me escapa, no lo retengo, es lo que parece. Llegó el fin, ¿o no?